martes, 19 de marzo de 2013

Ayer fue un poco extremo. Ya me lo esperaba.

Llegué a la casa y caí como una roca. El caso es que llegué a la oficina del sistema becario y pregunté en Información, y me mandaron a la ventanilla equivocada, y ahí me gritaron y me tuve que regresar a información.

"No, es que usted no entiende, váyase a la oficina de solicitudes", decía la mujer esa. Al final de tanto ir de ventanilla en ventanilla a que me gritaran, me frustré y casi me puse a llorar. Pero Abel salvó el día. Desde la banquita que está en el recibidor, lo escuché preguntar por el trámite, y puso una voz que le causa a uno esa impresión que dan los reyes en las películas épicas. No andaba ahí perdido ni pidiendo ayuda, estaba exigiéndole a una persona responsable que hiciera su parte para ejecutar una actividad fundamental. Y eso sólo en la forma en que hablaba. No digamos lo específico que fue sobre un tema que sólo conocía por lo que yo le conté.


Y como será que todo está en la forma de pedir las cosas, que a él si le contestó bien esa mujer.
Resultó ser que sólo había que llenar un formulario y entregarlo en una oficina a la que no podía entrar uno sin autorización. En la puerta decía "Gestión de recursos".

Entramos y un señor sin un pelo de tonto ni de listo nos quedó viendo como quien ve nevar en el desierto. Supongo que nunca habían llegado estudiantes a su oficina. Y Abel tiene más pinta de estudiante que yo.

Le entregamos el documento y empezó a hacer preguntas. Que si como estaban mis notas y que si tenía problemas en casa. Dijo "Sé que no me corresponde pero no puedo anular la beca de una persona que está aprobando" o alguna cosa que sonaba así. Y no me aceptó el papel hasta que hablé con una mujer que es psicóloga o algo por el estilo.

Entendí su punto y no les iba a decir que planeaba morirme, así que le dije a la psicóloga que los papás de mi amiga me querían ayudar y que yo conocía al muchacho que había quedado después que yo en la lista. Cuando le hablé de Rigo ella se conmovió. Me felicitó y dijo que le hubiera tenido que explicar eso a "Justo", que era el encargado de Gestión de recursos (que bien le escogieron el nombre sus papás).

Así que volvimos a la oficina de “Justo”, y ese señor tan responsable aceptó el documento y casi me morí de la emoción cuando miré que ahí mismo llamó a no-sé-quien para pedir el expediente de Rigo y se puso a trabajar.

Uno piensa que todo el mundo en esas oficinas es irresponsable y grosero, pero ese hombre me dejó impresionada.

Eso fue lo de ayer. Ya está completa mi primera misión.

¡Hoy me quedo durmiendo todo el día! Para empezar, recién me levanté, y tengo al pobrecito Abel preparándome el desayuno.

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