miércoles, 20 de marzo de 2013

Se supone que el sábado Clyde ofreció invitarnos a la galería.

Eso no se dice así.

Clyde ofreció invitarnos a la galería el sábado que viene. Eso es.

Dice que nos va a pagar todo porque se verá mal que invite sólo a Vilma y a ella por fuerza tiene que invitarla porque el punto es compensarle ella que no la llamó para decirle que almorzaríamos juntos el fin de semana.

Pobrecito: está realmente arrepentido de no haberse asegurado de que Vilma se enterara de la salida; a pesar de que fue culpa mía, él asume la responsabilidad.


La cuestión es que Abel no está invitado, y será extraño que lo invite yo. No por el dinero, que a la larga, Vilma no aceptará que Clyde le pague nada porque ella tiene mamá y papá que le den dinero y él no. A veces, se porta como si hubiera hecho algo malo porque la adoptaron.

A mí me preocupa como incluir a Abel, porque no puedo decirles a ellos que estoy atada al muchacho por medio de un conjuro, una cadenita invisible que se acorta un par de metros cada día. Si les contara, Clyde se reiría de lo lindo, pero Vilma empezará a hacer preguntas, porque ella esta demasiado interesada en esas cosas. ¿Conocen esos libros de fantasía que son famosos y más viejos que el tiempo? O, al menos, creo que son viejos. Ella los leyó todos en la biblioteca. Y desde que la adoptaron, se ha hecho su propia colección que tiene pura fantasía y romance. Ahora que lo pienso, ella se pondría loquita de la emoción. Si es que me cree.

Yo tendré que inventar una excusa. O nada más lo incluyo aunque se vea mal. Si me queda menos de un mes de vida, ¡que diablos me importa que mis actos se vean mal! Se trata de no sentirme mal.
Antes yo era justo así, todo el tiempo. Pues bien: no necesito ahorrar fuerzas para mayo. Así que, que demonios: ¡haré lo que yo quiera!

Lo malo es que le tiraré por los suelos su argumento a Vilma. Y yo tampoco quiero que venga la estirada.

¡Ah, sí!, es que no lo he mencionado: la preocupación de Vilma es que Clyde quiera llevar a Prudence. Y ella la detesta. Ya no se trata de envidia como solía ser mi caso. Es sólo que mi amiga está muy convencida de que la tipa sólo se aprovecha de Clyde; que es imposible que semejante muñeca decorativa entienda lo maravilloso que es él realmente. Pero basta ver a Clyde para saber que sí, que esa mujer ama al niño crecido que es Clyde a veces, y admira al buen hombre que no puede evitar ser. No sólo utiliza esas virtudes, también las alimenta. Y es por eso que yo no puedo odiarla, aunque me muera de envidia y se me haga un nudo en la garganta cada vez que él la menciona... Ahora me paso de dramática, mejor me voy a buscar que hacer antes de ponerme tonta.

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