lunes, 25 de marzo de 2013

¡Fuimos!

Ahora sí fuimos a la galería. Fue una cosa complicadísima porque Vilma y Clyde tenían clases... bueno, yo también, pero ya se sabe que yo falto cuando sea necesario, además de que ahora esos planes a largo plazo ya no tienen sentido.

Así que, empezaron a proponer la hora más apropiada. Y rezongaron y se hicieron lío... casi se me vuelven a pelear los muy tontos. Sí es que le vi la carita de enojo a Vilma cuando estaban al teléfono. Pero por fin quedaron en que nos veríamos a las cinco en la parada de buses, y de ahí, a la galería. Y yo sólo dije "bueno". Y así, sin comentar nada, me llevé a Abel hasta la parada y Clyde lo saludó con una expresión medio sospechosa. No, lo dije mal: tenía la expresión de quien sospecha algo.

Y llegamos a la galería y todo bien. Abel estaba sorprendido de verme que corría y todo. Otra vez fue una suerte que el lazo sea intangible, si no se hubiera hecho un nudo entre las esculturas.

El guardia de seguridad en una de las salas también consideró extraño que corriera, pero por motivos distintos. Nos dijo a Clyde y a mí que ahí habían obras delicadas e invaluables... y toda la palabrería del mundo para llegar a un sencillo "por favor no corran, no griten."

Como Prudence no fue, Vilma estaba feliz y todo era paz. Cuando se lo comenté a Clyde en la noche (es que se vino a la casa donde vivo con Vilma, para cenar), dijo que él conoce a su gente y sabe que no puede ponerlas juntas porque se amargan. Ahí le dije que confirmaba mis sospechas de que a Prudence tampoco le gustamos nosotras, y él se cerró en que no, que Vilma la incordia y ella es demasiado susceptible.

Ahí fue cuando salió el maldito tema. Ahí fue cuando las cosas se pusieron... tan... extrañas.
Le dije lo que sé. Que esa mujer lo hace feliz porque lo complementa. Que a mí me parece absurdo que alguien como él pase la vida con alguien tan... con una estirada como esa. Una muñeca de colección que sería profunda si pudiera pero no puede. Esa es ella. Y él piensa que la necesita, y yo por fin no pude con las ganas de decirle que era ella la que lo necesitaba a él, que todo el tiempo ha estado tratando de entender el mundo gracias a él que es tan fuerte y lo tiene todo tan claro.
Y las cosas se pusieron cursis, porque me di cuenta de que estaba diciendo cosas que nunca le hubiera dicho. Supongo que se me salió la sinceridad porque sé que no me queda tiempo. Ahí fue que supe lo que yo quería.

Quería dejar de ser la cobarde que he sido.

No quería tenerlo, porque a la gente no se le puede poseer, y menos todavía cuando los amas. Pero sí... decirle.

Decirle que yo entiendo que él necesita a una mujer que lo complemente. Pero que quiero que entienda que yo necesito a un hombre que sea un poco como yo.

Lo dije de tal modo que no creo que el pobre haya podido ver la relación entre una cosa y la otra.
Cuando escuché las palabras que salían de mi boca, me di cuenta de que eso que yo busco, ahora que no puedo ser como Clyde, podría ser lo mismo que busca Prudence. Y que quizá es lo mismo que busca él. Tal vez todos buscamos alguien que sea como seríamos si pudiéramos.

Pero, no. Clyde no, porque él es exactamente lo que quiere. Eso ya ha quedado más que claro. Y yo... yo no solía quedarme atrás, y ya entonces lo amaba.

Alguien que fuera como yo. Alguien que fuera libre conmigo.

Pero estoy dándole vueltas al asunto para evadir la parte que me pareció incómoda. Fue fácil cuando lo hice, pero ahora se siente... Estoy evadiendo de nuevo.


Yo le robé un beso a Clyde.
No fue ni mi primer beso ni el suyo.
El momento fue incómodo y sé que lo espanté. Pero luego fue peor.
Yo le dije que creo que lo amo.
Y sé que sonó horrible.
Pero no me interesa. Porque quería decirle.


Respondió con una pregunta. ¡Es que no sé como lo hace! Justo era la pregunta importante, la que yo no iba a contestar: me preguntó por que se lo decía en ese momento.

No podía decirle que me disponía a obsequiar mi vida. Pero a Clyde no me atrevo a mentirle. Le dije que quería hacerlo. Que era una de las cosas que yo había decidido hacer. Con eso, era sincera.
Pero no le bastó. Insistió en saber por qué de pronto cumplía con una lista de ese tipo. Preguntó si me pasa algo malo. Y no podía decirle que no, pero no tuve valor de soltarle la verdad. Así que me fuí por la tangente con una pregunta, que al fin de cuentas él había hecho lo mismo.

Pero lo que yo pregunté era menos relevante, menos honesto: "¿Por qué tiene que pasar algo malo para que yo haga lo que considero que necesito?".

Por desgracia, él me contestó de inmediato que si mi motivación no fuera algo malo, yo se lo hubiera contado de una vez. Tenía razón, y lo admití frente a él. Luego...me escapé diciendo que tenía tarea.
No estoy haciendo tarea. Y no creo que me anime a salir de aquí hasta la mañana. Clyde se tiene que ir temprano porque tiene una clase a las siete.

Supongo que ya aparecerá Vilma. Seguro que ella se quedará en este cuarto para dejarle el de ella a Clyde. No había pensado en eso, que Abel está en el sofá... La otra vez que Clyde se quedó aquí, antes de todo este relajo, nos quedamos todos en la sala. Ellos dos vieron televisión hasta el día siguiente, pero yo me quedé dormida a pesar del escándalo que hacían.

Ahora voy a meter en cajas el resto de las cosas. Ya me falta poquito y ahora sí que se me espantó el sueño así que aprovecharé para terminar.

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