domingo, 24 de marzo de 2013

Hoy amanecí feliz.

En parte porque todavía me siento como una persona maravillosa y útil por algo tan sencillito como un trámite para ceder mi beca. Pero la verdad es que siempre me siento mejor después de dormir un día entero.

Oh, sí, fui a clases casi toda la semana, le di el recorrido a Abel por distintos lugares de la universidad y guardé cosas en cajas. Eso sin contar que anduve en el mercado el viernes. Así que el sábado me desperté a mediodía. Vilma hizo bromas sobre que me creyó muerta y que me puso un espejo frente a la nariz para ver si respiraba... Locuras que lee ella.


El caso es que, por mi culpa, no hubo salida a ninguna parte. Clyde anda ocupado hoy, y queda pospuesto hasta nuevo aviso. Eso puede sonar como una de esas cosas que se dejan para "mañana" todos los días, pero con estos dos, eso es imposible. No dejarán de pensar en ello hasta que se lleve a cabo. Sobre todo si Vilma consigue fingir enojo por unos días más. Harán planes todas las veces que haga falta y no pondrán malas excusas. Mejor me aseguro de no ser quien retrase todo una vez más, o la ira de Vilma encontrará en mí una nueva víctima.

Abel también podría disgustarse, porque la idea de conocer el arte de mi mundo lo tiene muerto de la emoción. Al parecer en su mundo la crítica de arte es el equivalente a irse de discoteca en discoteca por aquí. O será una diversión suya... por aquí también hay quien disfruta de esto... Yo no niego que sea divertido, y Clyde lo convierte en una especie de juego en el que debemos interpretarlo todo. Vilma gana siempre.

Abel seguro disfrutará el juego. Pero según dice, en su mundo, eso es un deporte. Apuestan y todo y luego buscan al autor. Buscar al autor es un desafío en sí mismo.

Creo que el arte es algo más amplio en su mundo... como que todo lo que pueden crear o diseñar se convierte en algo artístico, y en una diversión. Una cosa envidiable de Hogar, es que cada actividad es elegida y amada por quienes la practican. Deben ser muy felices en un mundo en el que nadie va a trabajar ocho horas a la semana porque tiene que hacerlo, si no que no les rinde el día para llevar a cabo sus actividades favoritas, y luego las dejan a disposición de sus iguales para ver si les encuentran uso. Eso es más sencillo porque Abel hace su parte. Abel mueve los hilos que haga falta para que ninguna “pieza de arte” se quede sin uso, y que ningún ser humano sufra carencias. Y hacer eso es un juego para él.

Cuando encuentra a un artista, lo pone en contacto con quienes más se benefician con su arte; cuando no sabe para que puede servir alguna pieza, abre un concurso para su colocación... y al final de ciertos periodos de tiempo, que me parece que son iguales a los meses, hace cuentas. El desafío es ubicar más obras cada vez, pero tiene juegos más pequeños en los que compite con algunos amigos para encontrar un autor, o para satisfacer una necesidad particular.

Abel es perfecto para su trabajo, y su trabajo es lo que para mi los videojuegos de simulación. Nadie le grita cuando fracasa, pero siente la necesidad de hacerlo de nuevo y tener éxito.
Quizá eso es lo que Clyde hace por mí: convertir el aterrador desafío de la vida en un juego divertido.

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