jueves, 4 de abril de 2013

No me acuerdo qué estaba escribiendo ayer. Es que llegó Vilma, otra vez llorando. Quería saber cuanto tiempo nos queda.
Hicimos las paces, pero es más que nada porque tiene miedo de que me muera mientras está enojada conmigo.

Hoy la llevé a conocer Hogar. Habíamos quedado en que esperaríamos aquí hasta que llegue el momento, mientras Bianca busca a otra persona en este mundo y otras personas con habilidades parecidas a las de ella buscan en el otro, pero Abel siempre puede llamar a Bianca, y ella se presenta rápidamente. Así que en menos de media hora, teníamos todo listo para viajar.

Bianca no se miraba muy conforme con esto de que Vilma sepa la verdad, pero al final pareció entender que no era tan terrible, y que prácticamente había sido un accidente que el asunto llegara tan lejos.

Accedió a llevar a Vilma a ese otro mundo, porque a fin de cuentas no hay ninguna regla que prohíba que nosotros visitemos Hogar. Así que fuimos.

Es grande como este mundo y sólo visitamos un bosque a donde van los artistas a buscar inspiración. Hay muchas esculturas ahí, pero claro que eso le interesó más a Vilma, yo sólo puse atención a las que se mueven con el viento, que tienen todo tipo de formas "aerodinámicas" pero que no representan nada; si lo hacen yo no veo el parecido. No entiendo la escultura. Juraría que alguna de esas figuras se derritió cuando no la mirábamos, ahí sí que no hay nada que entender.

Luego visitamos la casa de Abel, que no es un palacio aunque debería serlo. Digo, el es una persona muy importante en su mundo, es raro que no esté lleno de privilegios. Sé que siempre estamos diciendo que no está bien que haya gente privilegiada, y yo misma detesto a Prudence porque su casa es del tamaño del orfanato en el que crecí con unos cien niños más. Pero, aún así, cuando tu vida consiste en andar haciendo feliz a todo mundo, ¿no mereces vivir en un palacio?

Supongo que la gente de Hogar no piensa eso. O será que Abel tiene otro tipo de gustos para darse.
Su casa está formada por dos edificios distintos, pero así son todas las de ahí. Es que ellos construyen los cuartos aparte del resto de la casa.

También estuvimos en casa de Bianca. El Protector de Hogar y yo nos quedamos mucho tiempo con ella porque yo estaba cansada y Abel le consiguió a Vilma una guía con más energía. Era una niña a la que le dice hermana, pero no sé si serán hermanos de sangre o es esa relación especial que tienen aquí.

Entre lo que hablamos con Bianca, salió el tema de Clyde y mi regalo complicado. Ella aprueba lo que hice, y dijo que aunque no lo parezca, la verdad es un regalo para ambos, no sólo para mí.
Fue bueno decirle. Sí, me rompió el corazón su reacción, pero es exactamente lo que yo esperaba. Lo conozco bien. Y así lo quiero.

Fue bueno hablar con Bianca, porque ella me entiende. Si yo tuviera a alguien como él a mi lado, yo sería un poco más como ella: a pesar de mi falta de energía, yo llevaría un buen ritmo, sacaría hasta la última gota de cualquier talento que tenga... Ella hace todo eso por Abel, aunque su relación es muy distinta. Son familia, él es su protegido. Ella dice que en eso yo soy como ella: cuidamos de Abel. Hace gracia: protegemos al protector.

Bianca dijo una cosa muy curiosa: que si en lugar de Abel, su hermano fuera alguien con las cualidades que mencioné de Clyde, ella podría ser un poco más como yo. No dijo por qué, pero creo que es porque no sería necesario actuar como ahora; para empezar no sentiría que debe cuidarlo, porque así es Clyde: le gusta asumir las consecuencias, no hace caso cuando le adviertes y no acepta que alguien más pague los platos rotos.

Abel es demasiado serio y cuidadoso para vivir un día en los zapatos de Clyde.

En fin, no tiene importancia todo eso. Sí la tiene, pero sólo para mí, ¿verdad?

Respecto a Vilma, un paseo no arregla lo que está por pasar, pero fue divertido.

Yo sólo había estado en Hogar una vez. Y tendré que volver cuando sea hora de terminar con esto.
La reacción de Vilma me hizo desear retractarme, pero eso no es correcto. No cuando falta tan poco tiempo.

Abel le preguntó a Bianca. No hay nada de espíritus libres que salven a Abel, y a mí.

Voy a morir. No me hace gracia. No haré tanta falta como él pero sí que me extrañarán al menos unas pocas personas.

Además, tengo miedo.

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