jueves, 21 de marzo de 2013

Creo que ya tengo una idea de a donde llevaré las cosas. El punto es que sean para un desconocido y por ahí en el camino hay una calle que lleva a una de esas zonas marginales donde la gente siempre necesita algo. Tengo dos cajitas con cosas para el pelo, papel blanco, retrateras y adornos. Incluso puse ahí una taza y las fotografías que tomé en aquel verano en que hice el curso sólo por acompañar a Rosa. Pero las escaneé todas y se las mandé al correó electrónico. Las cosas que todavía necesito, y las que no le podrán servir a otra persona, las dejaré aquí.

Ahí que mis amigos vean si se las reparten o las tiran.


Me pregunto si Clyde se pondrá triste o nada más enojado.

Vilma de seguro hará un berrinche y cuando supere la rabia ya habrá pasado la oportunidad de sentirse triste.

Rosa... quién sabe si Rosie va a sentir algo. He estado fuera de su vida desde que se fue. Soy una estúpida. No debí perder a una amiga sólo por pereza. Sí, es más fuerte que yo, pero entonces no hubiera perdido el tiempo con las caminatas, y hubiera dedicado un minuto a mi amiga.
Ahora lloro por todo, maldita sea.

Lloro por nada.

Lloro porque al pensar en la muerte sé que desperdicié mi vida. Fingiendo tener fuerzas en lugar de aprovechar las pocas que me quedaban.

Es por eso que debo ayudar a Abel. Porque él nunca desperdicia un segundo, una habilidad, un sentimiento. Él, como Clyde, lo convierte todo en movimiento, en bienestar para alguien... Un año de su vida vale mas que toda la mía.

¿Por.qué.sigo.llorando.? Me siento tan estúpida en este momento, tan... insignificante. Así, de la nada, me siento... mal.

En fin, que yo lo que iba a escribir era que iré a ese sitio por idea de Vilma. Cuando me preguntó porque estaba guardando todo en cajas, y yo empecé a contarle que pretendía regalarlo a alguien, de una vez se le ocurrió que yo pensaba ir ahí. Le dije que no sabía como llegar. Ya con la ropa seran unas cuantas cajas y voy a ocupar ayuda... Así que Vilma sacó su celular y llamó a Clyde para decirle que el sábado después del museo vamos a ir a dejar cosas a un lugar y que se venga con ropa de "gente pobre". Como si Clyde tuviera un smoking para cuando sale con nosotras.

La conversación se fue alargando, y al final Clyde dijo que Pablo nos puede prestar su carro. No sé quién es ese. Ya se lo preguntaré a Clyde más tarde, cuando me llame para contarme si se lo presta o no.


¡Ah! Otra cosa: Clyde dice que en el mercado sí puedo encontrar cajas de cartón.

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